Sabemos que el hombre no está hecho para tener una felicidad perpetua, que la sensación de alegría es efímera y a

Cuando uno está mal suele expiar culpas propias para depositarlas en un tercero. Es fácil no hacerse cargo de nuestros fracasos y pensar que estamos "perjudicados" y que "nada se nos da". Muchas veces esto pasa con que podemos ver a Dios, Buda, Alá o lo que sea que gobierne y sea el titiritero del azar y las consecuencias en este mundo como una figura que está en contra nuestro. La verdad es que la mayoría de cosas de lo que nos pasa es una consecuencia de lo que hacemos. Si no entregas el 100% a una causa, va a ser difícil que obtengas un resultado igual de óptimo.
Esta reflexión interna mía (ahora es externa y también de ustedes) comenzó porque un amigo está mal y no se le "están dando las cosas". Yo no soy un creyente de la suerte pero el azar no ha sido su amigo en este último tiempo, aunque él ve cualquier señal negativa como el fin del mundo.
El estado de mi amigo me hizo recordar una frase de la película "Vanilla Sky" (remake de la película española "Abre los ojos") que dice más o menos así: "Lo dulce

Esa frase me quedó grabada porque cuando vi la película yo estaba en un momento malo de mi vida y me dio esperanzas para encontrar lo dulce y disfrutarlo más en mi condición de tristeza (por suerte en esta etapa estoy disfrutando de la dulzura) . Por último, la palabra agridulce del título del post la agregué yo porque creo que la vida es una mezcla de sensaciones dulces y amargas y que todo depende de la claridad del prisma con el que vemos al mundo.
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